2 de abril de 2009

Viejas anécdotas, nuevas fabricaciones


De la web recordatorio a Javier Adarraga (Hernani, 1916)
“Hernani vio crecer a vuestro abuelo y convertirse en un muchacho alto, delgado y de penetrante mirada. Terminados los estudios de bachillerato, marchó a Bilbao para estudiar ingeniero industrial. La afición por la ingeniería se la contagió vuestro bisabuelo Marco Rezola. Nacidos ambos en Hernani, Javier admiraba la inmensa humanidad de Marco, y de esta admiración nació su deseo de ser ingeniero. Si entonces le hubieran dicho al abuelo que con el tiempo sería el hijo político de Marco, no lo hubiera creído.
(...) Estudiante en Bilbao, vuestro abuelo siempre que podía se escapaba a Hernani para ver a la familia y hacer deporte. Se pasaba horas y horas en el frontón.
Uno se los orgullos íntimos de Javier Adarraga, tal vez el menos conocido, era el haber quedado campeón de goitiberas. La goitibera -pesar de su extraño nombre- no es más que una tabla con ruedas Subes a la ladera de un monte con la goitibera, te montas encima y a bajar zumbando por toda la ladera.
La maravillosa sensación de velocidad que vuestro abuelo experimentaba al bajar por el monte (caballero en su goitibera), sólo era equiparable a los revolcones y golpes que se pegaba cuando una piedra, no prevista, hacía que la goitibera se desmandase.”
Emigrante en Manchester (1939)
“Me dicen que soy un pesado y que siempre cuento lo mismo a mi nieto, pero en aquellos años recien llegados a Inglaterra no teniamos casi de nada, falsificábamos y pintábamos los sellos para las cartas a las familias. Los ingleses no daban credito...pero lo que más les maravilló, fué cuando con unas simples tablas y unos rodamientos nos fabricamos para divertirnos aquellas gotiberas.
¡Normal, nos habiamos criado con tantas cuesta!
Fabricando deslizamiento
Una tierra llena de cuestas, a las que se sumo la cultura de la industria y la fabricación, para convertirlas en una actividad emocionante. Había madera, clavos y rodamientos. Poco más.
Casí nada ocurre porque sí y el deslizamiento, ha ido vinculado a las siguientes generaciones como forma de emoción constante. Al margen, de que el skate, como fórmula actual, resulte ahora un deporte importado de EEUU, nuestras experiencias, nuestra memoria, se transmiten, y las siguientes generaciones han seguido buscándolas, revisándolas, y fabricándolas con máquinas industriales.
Desde Irún, la casa Sanchesky y aquellos míticos patines que son ya todo un símbolo generacional para los jóvenes de los años 60 y 70, hasta hoy en día, JART, (www.jartskateboards.com) también en Irún, líder europeo en la fabricación de tablas de skate.